jueves, 20 de marzo de 2008

Belleza entre la adversidad

Ya estamos cerca de otra Pascua, es Semana Santa un tiempo en los que los cristianos le dedican parte de sus días, o al menos ese es el mandato, a la reflexión, a la auto evaluación de los actos, a rever todo aquello que se hizo o se dejo de hacer como una manera de limpiar el alma y dejarla a punto para recibir el anuncio de la vida eterna. Para quienes profesan alguna religión que tenga que ver con este tiempo sabrán explicar con mayor puntualidad. Sin embargo pienso que, inicialmente es un cura males para tanta hipocresía. Viene a ser algo así como una suerte de prorroga que lanza el municipio para deudores morosos y por estos días se aprovecha para dejar atrás toda esa cosa mundana que tanto atrae a la humanidad. Un show, faltan las cámaras para que sea reality. Más allá del respeto que le debo a toda esa gente que sigue estas fechas, creo que lo ideal es hacer de la pascua, de la cuaresma o de la Navidad que tanta plata mueve, en un tiempo eterno. Que no se ciña únicamente a esos días que dicta el calendario romano. Es como decir: en estos días soy bueno, pero después del domingo vuelvo a ser el mismo h d p que fui. A eso me refiero cuando hablo de hipocresía. La necesidad de mejorar la condición humana por un mandato, pero cuando ese tiempo se termina todo vuelve a ser como antes, a ser lo que es: pura realidad. Hay un tiempo de cuaresma, y todos andas atrás de los huevos de pascua que pone “un conejo”, raro. Hasta eso se tergiversa. Pero ese tiempo debe ser eterno, y la reflexión y la necesidad de ser buenas personas, un poco consecuentes con el prójimo, mirar un poco al que esta junto a nosotros y entender su propia realidad. La humanidad necesita un destino común, y ese comienza por uno. No entra toda ella en un huevo de pascua hecho de chocolate que pone un conejo. Cosa tan contradictoria como la humanidad misma. Aprendamos a ver la sencillez de las cosas como la belleza de esta flor que nace en medio del barro. Un milagro, que nos dice que siempre puede haber belleza, hasta en el lugar más inhóspito. Siempre se puede brillar, hasta en la más absoluta oscuridad.

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