sábado, 22 de octubre de 2011
Iguazú, siempre
Un atractivo innegable son las Cataratas del Iguazú donde una gran falla en el lecho del río creó magníficos saltos que se desploman desde más de setenta metros de altura. El bramar de los saltos, inmersos en la profunda selva misionera que es templo de cientos de especies arbóreas y atmósfera natural de un zoológico salvaje libre e infinito.
Disfrutar de las cataratas y recorrer sus circuitos puede llevar dos jornadas, pero contemplar esta maravilla de la naturaleza puede ser eterno. Se trata de un espectáculo interminable que monta su escena los 365 días año durante las 24 horas.
Desde muy temprano, cuando apenas se disiparon las últimas gotas del cristalino rocío es posible ingresar al Parque Nacional Iguazú para regresar cuando el sol se despide con su inigualable collage de rojos, naranjas y amarillos en el horizonte del atardecer. Mientras tanto, Puerto Iguazú se prepara para recibir la noche. Con una temperatura que la mayor parte del año es agradable e invita al paseo, la oferta gastronómica tienta al paladar de todos los gustos. Con una mixtura propia de la región con frutos de río, un maridaje con productos de la zona y del acerbo cultural; disfrutar de un buen plato es el corolario del excelente paseo que quedó atrás y llevó toda la jornada. La carta de vinos con los mejores exponentes de la producción nacional junto a las carnes argentinas de gran prestigio mundial.
La noche termina en algún bar compartiendo un café o un trago en la previa para ingresar a uno de los tantos centros nocturnos que, en los últimos tiempos abrieron sus puertas en la ciudad ubicándola en la capital de la noche de la región.
El hito Tres fronteras, mojón del país, testigo de la eterna unión de los ríos Iguazú y Paraná es otro de los puntos atractivos de la ciudad. La avenida costanera que bordea el río Iguazú de aguas cristalinas surcadas por un catamarán que lo lleva a recorrer el río Paraná hasta las costas mismas del Paraguay donde es posible disfrutar de las tradicionales danzas del milenario pueblo Guaraní afincado en la región, eternos señores de la Tierra sin mal y dueños de un histórico legado cultural.
Testigos centenarios de la grandeza de un suelo rico, lleno de nutrientes y abundancia son los árboles cuyos cuerpos de gran envergadura forman La Aripuca, la mayor trampa del mundo, artilugio propio de la cultura guaraní que asalta con sorpresa a la presa que cae en sus fauces. Allí déjese sorprender con un monumento de grandes dimensiones y atrévase a sentir el espíritu de los gigantes de la selva.
Las aves en el Jardín de los picaflores donde juguetones los colibríes se animan a acompañarlo de muy cerca con su vuelo casi invisible y en el Guira Oga anímese a compartir un tiempo con las especies de la fauna que se recupera atenta a la mirada y arrullo de hombres y mujeres que trabajan por la vida.
Esto es Iguazú, siempre lista para sorprender, para acompañarlo, para hacerlo sentir como en casa. Una de las puertas del país que se mantienen siempre abiertas. Un lugar donde es posible conjugar la belleza natural, la selva y lo mejor que puede crear la mano del hombre.
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