miércoles, 29 de octubre de 2008

El ser nacional

Son 25 los años que pasaron de aquella plaza colmada de paños celestes y blancos ondeando al son de la emoción por el arribo de una democracia insipiente y neonata. En ese tiempo la vida de los argentinos llevaba un acento signado por el miedo acaecido por los años de botas, la abolición de los derechos individuales y el miedo entendible a la libertad por no saber de ella. Un miedo que apenas algunos pocos comprendían como tal ya que instalado entre los argentinos, se transformó en una forma cotidiana de vida. Y así los argentinos comenzaron a andar el camino de la instauración de los derechos, de comprender el rol de estado como un todo y a elegir, a voluntad, los gobernantes que deben manejar la cosa publica en relación directa a una mejor calidad de vida de todos. Un multiétnico, pluricultural, con diferentes estilos de vida y escenarios geográficos es la argentina del siglo XXI, joven en su concepción misma aún hoy desanda la historia que se inicia más allá de los barcos. Habitada por antiguos señores de la tierra invadidos en su suelo regado de sangre milenaria con una urbanización implantada y federal en su ideal con una oficina única que se guarda en la maraña de la gran ciudad. El tiempo fue dando claros ejemplos de grandeza, de soberanía, de riqueza incalculable, de recursos interminables y un mar colonizado que de un zarpazo se hizo dueña la corona. Frenético, sanguíneo. Fanático y desinteresado a la vez el país camina tras 25 años de democracia y próximo a cumplir 200 años de vida. Poco a poco aprende de los errores en los que vuelve a caer sin reparo con un gobierno y una oposición que bien podría parecerse a un superclásico en el que se juega el prueba error y causa efecto. Un país metido en una eterna crisis económica sentado en la riqueza de la que poco se nutre. Solo se trata de trata de vivir, esa es la historia. Si bien existen derechos individuales, la individualidad no es la forma de vida. Es necesario comenzar a andar el camino como sociedad, de una comunidad en un todo y entender, de una vez por todas que abrazar la celeste y blanca no solo tiene que ver con un partido de la selección sino con el SER NACIONAL.

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